domingo, agosto 30, 2009

Sueños porteños

Bolívar:

El subte tiene siempre las mismas personas. Hay un hombre viejo con un pacote. ¿Que será? Miro con curiosidad. Tiene la elegancia de un porteño de los años 50, con su tierno azul. Tengo ganas de preguntarle cosas, pero es agradable solamente mirar. El hombre siempre salta en San Jose. Talvez sea un empleado, un abuelo, talvez un viejo peronista con sus recuerdos de 1955, talvez un boemio viniendo de la noche, talvez. En el subte, una mañana, hay siempre muchas cosas para mirar. No es preciso hablar nada: las palabras son tan pocas para esto. Un hombre viejo con un pacote en el subte.

Belgrano

Miro ahora una mujer que tiene una hija. La nena saca la lengua afuera para las otras personas y se ríe mucho. El subte ahora es un parque de infantes: todos tenemos cinco años y la nena nos guía en sus pensamientos. Yo soy un payaso y por la ventana miramos pezitos amarillos, azules, y ahora el subte no es más un subte, pero un submarino que flota como una burbuja. Y todo esto, de repente, se deshace con el movimiento del subte y nosotros, yo y la nena, nos miramos y ella se ríe mucho.

Independencia

Una mujer saca un libro. Yo confeso: no puedo ver alguien con un libro. Sí, es una compulsión saber que libro es, mirar las reacciones de la lectura (recuerdo una vez cuando miré una mujer leyendo Virginia Woolf en autobús y ella lloraba en silencio). El libro era una novela de Sábato y, de repente, pensé en Martin y Alejandra y los héroes y las tumbas de Buenos Aires. Y pensé también en la obsesión de Sábato con los ciegos (“ellos están por toda parte en Buenos Aires”) y miré en subte, pero no había ninguno ciego.

San Jose

Estoy entre San Jose y Santiago del Estero. Santiago del Estero tiene una sonoridad linda. Repito la palabra como una canción: Santiago del Estero, Santiago del Estero, Santiago del....

Entre-Rios

Sí, ahora la veo. ¿Quién será la chica que siempre toma el subte en Entre-Rios? No, no me atrevo a hacer preguntas. Sería poco elegante. Pero, me gusta demasiado mirarla por todo su trayecto, hasta Boedo, donde baja todos los días. Hay días donde parece estar triste, pero hay otros donde percibo un gozo infinito, como si ella viviera las mañanas porteñas con una gana indecible, como si las calles tuvieran un placer que ella, con el tempo, aprendió a disfrutar, como si el ritual diario de tomar el subte fuera un salto hacía el día. Así como yo, percibo que ella mira a todos en subte con una atención toda suya. No sé si es triste o alegre (tampoco esto importa) pero no tengo dudas de que ella tiene una sensibilidad gigantesca y que su presencia da a las cosas otro modo de ser, otro sabor. Es una delicia estar cerca de ella. El simple trayecto del subte gana otras colores cuando ella entra en Entre-Rios.

Pichincha, Jujuy y Urquiza

Aún miro la chica. Hoy está con un suéter negro y tiene su cabeza apoyada en la ventana. ¿Qué pensará? Tal vez desee un día de sol, tal vez desee estar en un teatro barroco o un cinema antiguo, tal vez un poema de Discepolo, tal vez imagine una carta a escribir, tal vez piense en un beso de cine. Tal vez juegue con sus pensamientos ¿Quién sabe?
Pero recuerdo, de repente, de una madrugada donde la vi en un parque con amigos. Quedé mirando, sin que ellos me vieran. En aquella noche, vi y oí sus sonrisos y su nombre era levedad y yo tuve la impresión de estar en un sueño. El parque quedaba en la esquina de un boulevard – Rosario Vera Peñaloza – con una calle llamada Julieta Lanteri (hay calles en Buenos Aires con nombres tan hermosos). Desde entonces siempre pienso en Julieta Lanteri, un lugar mítico, de sueño. No es nada, solamente una esquina, pero no tengo palabras para describir la levedad y la música de aquella noche. Una levedad que, para mí, es sinónimo de intensidad. Una levedad que, para mí, es sinónimo de la poesía.

Boedo

Y ahora, la chica se va. Ella no sabe que, a veces, pienso en ella como si fuera un personaje de una película, con sus sonrisos, sus músicas y encuadramientos y me pregunto si a ella gustaría los sambas de mi imaginación. Tal vez sí, tal vez no. Tal vez esto no sea importante. Lo que importa es que esta chica me ha dado una de las llaves (hay otras...) con la cual siempre miraré Buenos Aires.

La línea siegue abierta...

2 comentários:

Anônimo disse...

que triste...

Anônimo disse...

Gosto muito desse espaço. Costumava vir aqui por acaso, outras vezes por saudade. Depois, com certa freqüência. Conseguia até adivinhar quando teria novos posts. Sempre encontrava alguma palavra que falada a outro dizia de mim. Gosto sobretudo pq alguns textos me enchem de perguntas. Dúvidas e música! Taí duas coisas que me movem. Este escrito por exemplo é um desses textos (até pq necessito de dicionário espanhol do lado). Sou capaz de passar horas fazendo perguntas a mim mesma em frente a um texto seu. Tenho vontade de perguntar sobre cada linha. Por que escreveu? Como? Quando? Onde foi escrito? O que te fez escrever? Gosto muito de algumas personagens femininas em particular e em uma determinada época até invejei não ser uma dessas personagens. Talvez seja. Talvez. Invejava não ser uma personagem sua com toda essa beleza que você consegue colocar até nas mais tristes. Mas beleza depende da maneira como olhamos. De repente percebo que não gostaria de ser personagem. Ao contrário. Manter a distância necessária para que mais textos surjam e mais vezes eu possa ler outras histórias e que elas nunca acabem para que eu possa fazer ainda mais perguntas. Seria capaz de passar horas, dias, meses perguntando, surpreendendo-me com cada novo detalhe, nuance, sutileza antes não percebida. Lendo, lendo, lendo. Será mais uma “declaração de amor” à metase poeta? Ou só um certificado de fã do blog? Não sei, nunca sei. Li uma vez que uma boa obra é aquela que não nos permite dizer sim ou não (Hanna Arendt?) Aqui, sempre acabo no não sei, metafórica e literalmente. Só sei que tudo na vida passa. Os amores passam, as paixões passam, as fases ruins passam, as boas também. As pessoas passam, o tempo passa, saudade passa (às vezes volta, às vezes aumenta, na maioria das vezes dói). E curiosidade? Passa?